Casa de Hikari y Shizuka.

—Una humilde casa sin nada destacable en la que viven Hikari y su muñeca, Shizuka—.

Llegué a casa algo cansada, pero contenta, pues había conocido a una Rozen Maiden, Kanaria. Según lo que había leído era la Segunda Muñeca creada por Rozen, otro intento de conseguir la muñeca perfecta, Alice, por parte de éste. Por un momento me paré a pensar como debía sentirse la pobre Kanaria, porque después de todo sólo era una más de las que no llegaron a satisfacer los deseos de su padre, quizás por esa razón se había puesto tan triste cuando se lo había mencionado.
Ahora que había reflexionado me arrepentía una vez más de no pensar antes de hablar, cosa que me decía una y otra vez Hikari...
Aún así quería leer más sobre las Rozen Mainde, saber más sobre su creador, sobre ellas mismas, pues tienen algo que las semás muñecas no tenemos, pero, ¿el qué? Ya lo averiguaría, era cuestión de tiempo.

Aceleré un poco el paso y me dirigí al salón, guiándome por el sonido emitido por esa caja que volvía tonta a la gente que fijaba su mirada en ella. Hikari la llamaba televisión, abreviado; tele.
Y ahí estaba ella, sentada en el sofá mirándola. Me acerqué al sofá por detrás. Estaban emitiendo las noticias. Hikari no se perdía nunca las noticias, según decía le gustaba estar enterada de todo lo que pasaba en el mundo.

—Ya estamos aquí.

Hable con un tono de voz muy bajo, y suave, pues no quería molestar a Hikari que parecía muy entretenida mirando la caja tonta. Belle Aurore salió de debajo de mi sombrero y se metió dentro de Tsuki, al cual yo había llevado cojido de la mano durante todo el trayecto. Como era normal éste "cobró vida" y se sentó al lado de Hika.

"Mandito peluche endemoniado..."

Pensé al darme cuenta de que me había quitado el sitio en el sofá. Aún así me acerqué a mi querida Médium y me medio tumbé, apoyando mi cabeza en su regazo.

—¿Qué tal ha ido tu día Hikari? -Dije sonriente.

Hasta ese momento no me había percatado de que mi muñuca, Shizuca, había llegado a casa y que ella, y su muñeco de peluche se habían acomodado en el sofá. Desde que Shizuca vivía conmigo mi sofá no era solo mi sofá, Shizuca y su peluche se peleaban por haber quien ocupaba el sitio que quedaba libre, aunque la verdad esque tampoco notaba mucho la presencia de mi muñeca. Como estaba muy ocupada con mis clases de espada y con mejorar mis notas para que dejen de compararme con mis hermanas no le hacía mucho caso ultimamente. Además se iba de casa de una manera tan delicada que ni me enteraba y regresaba de la misma forma.

—No muy bien, el señor Ottokar, mi queridísimo tutor y profesor de Ética, me ha vuelto ha hacer una de sus ''charlas de motivación al alumno'' en particular. Esta vez ha sido por sacar un 6 en el último exámen qeu hice, si, no es muy buena nota pero ya se puede ir acostumbrando, y la verdad no he sabido que responderle, que estaba muy ocupada investigando mitos de unas muñecas vivientes y que mis clases de espada japonesa no me dejan casi tiempo para estudiar. Nose lo que habría pensado...- dije yo atropelladamente, ultimamente no tenía noticias ni novedades nuevas: seguía con mis 6 y mis 7, a diferencia de mis hermanas que sacaban 9 y 10, y la investigación relacionada con la muñecas tampoco iban muy bien.

Cuando un día Shizuca encontró los libros que compré relñacionados con las Rozen Maiden me emocioné. Shizuca tardó pocos días en traducir algunos libros y averigué que Rozen había creado a todas esas muñecas en busca de la Rozen Maiden perfecta, Alice. Las siete muñecas debían pelear entre sí apoderandose de las rosas místicas de sus hermanas para ir convirtiendose en Alice.

— Bueno, ¿Cómo te ha ido ati?

Estaba caminando a lugar incierto, había estado despierta vagando durante tanto tiempo que mis propios parpados apenas se podían mantener abiertos y mi vista era nublada y casi nula, mis pasos eran cortos y lentos, pero seguían siendo eficaces, y mi leal espíritu Yurie seguía revoloteando a mi alrededor, dándome ánimos con sutiles y cálidos brillitos que aumentaban la existencia su presencia.
Estaba agotada tanto física como mentalmente, ya había perdido la cuenta de cuanto tiempo me había llevado mi búsqueda de un lugar donde vivir, desde la costa donde mi caja había ido a parar, por carreteras y bosques, hasta lo que ahora creía que era una ciudad por los manchones grises y la luminosidad que se presentaba.
Y como si fue poco, tenia que llevar mi caja a cuestas, quizás podría volar, pero estaba muy cansada para eso, no podía ver y chocaría constantemente, sin contar que si una persona veía una caja voladora podría espantarle y quien sabe que pasaría, quizás ver a una muñeca caminando no era mejor, pero aquí abajo la gente no se percataba tanto de mi presencia.
Moría de hambre-claro que no literalmente, no estaba viva y por lo tanto no podía morir-, no veía, el agotamiento era tanto que no sabia cuanto duraría de pie, aunque quisiera asentarme en algún lugar, quien sabe que persona me viera y que haría conmigo, no permitiría que cualquier extraño me tomara como su dueño e hiciera lo que quisiera de mi, mi espíritu de lucha era mas fuerte que el agotamiento.
Pensaba eso determinada, de repente choque con algo, la contextura parecía de madera. El peso de mi caja mas el impacto hizo que mi caja de madera negra y pinturas de lirios algo maltratadas por el tiempo cayera al suelo junto conmigo, sin tener la fuerza para volver a levantarme y recostándome libremente encima, quedando casi inconsciente.

Tumbada sobre el regazo de Hikari mirando la estúpida caja tonta, durmiéndome por momentos. Había sido un día algo largo, pero bonito, pues había recordado la puesta de sol que me llevó a ver a la playa mi Padre. La que había visto hoy se le parecía, pero no era ni la mitad de bonita.

El día de Hikari sin embargo había sido como uno cualquiera, quitando el hecho de que su profesor le había reñido por su, al parecer, mala nota. Además con las clases de espada no podía darlo todo de sí misma en cuanto a los estudios. Luego ella mencionó algo sobre muñecas vivientes. Levanté la cabeza de su tripa y le miré con un gesto extraño, pues yo, que vivía con ella, era una muñeca viviente y las había mencionado como si no supiera absolutamente nada sobre ellas. Entonces me acordé de Kanaria.

—¡Hikari! -grité sin poder contener mi emoción-. ¡Hikari! ¡Hoy he conocido a la que podría ser la Segunda Rozen Maiden; Kanaria! Estaba paseando como de custumbre y me senté a ver la puesta de sol cuando ella apareció de repente... Fue algo extraño, aún no salgo de mi asombro, pero es tan... tan fantástico.

Quizás no debía contarle como reaccionó cuando mencioné a su creador, Rozen, hasta que no estuviera segura de porqué se puso tan triste de repente.

—Resulta que las Rozen Maiden no son tan dinstintas a las demás muñecas. A simple vista no le vi nada diferente a mí. Bueno, estaba mucho mejor hecha, con más perfección y eso, pero bueno, no hay que olvidar el hecho de que fui la primera y última creación de mi padre y que por eso no soy la perfección hecha muñeca... Bueno, no nos desviemos del tema; también tiene un espíritu artificial, y me llamó algo la atención, ella hablaba de una forma extraña. Tenía el pelo en un tono verde, y lo llevaba peinado con dos coletas.

No le conté el incidente que tuve con Belle Aurore porque... ella si que le castigaría...

—Y las ropas... Todo era tan perfecto en ella. No entiendo porqué Rozen no se conformaba con ninguna, si todas rozaban la perfección.

Belle Aurore salió de repente de Tsuki, que cayó al suelo totalmente inerte. El espíritu artificial comenzó a revolotear inquieto sobre Hikari y sobre mí. Y de repente se oyó un ruido fuera, como si algo hubiera chocado contra la puerta de la entrada. Yo me levanté rápido del sofá y corrí al pasillo. Me quedé mirando fijamente la puerta, paralizada, pero preparada para invocar mi espada si la situación lo requería.

Cuando Shizuka me contó que había conocido a una muñeca Rozen Maiden, se me pasaron muchas preguntas por la mente, como por ejemplo donde se la encontró o como había reaccionado ella al ver a otra muñeca, o tal vez si había averiguado algo y si yo también la podía concer o...
Pero ya estaba otra vez Belle Aurore revolotenado por encima de nuestras cabezas, cosa que a mí me ponía muy nerviosa, pero sabía que algo iba mal. Porque cuando Aurore salía del cuerpo del peluche y empezaba a girar sobre nuestras cabezas era porque quería avisarnos de que algo iba a pasar.
Y efectivamente, a los pocos segundos se oyó algo caer con fuerza contra la puerta. Shizuka se levantó del sofá y corrió al pasillo preparada por si algo ocurría. Yo me levante aún con el corazón latiendome a cien por hora, no podía dejar que Shizuka fuese tan descuidada e imprudente de salir al pasillo asi sin más esperando que algo pudiera ocurrir, sea bueno o malo.

"Ya le regañaré después".- mascullé yo para mis adentros.

En ese momento estaba al lado de Shizuka en el pasillo esperando a que pasara algo, pero nada.

— Vete al salón.- ordené rápidamente a mi muñeca mientras yo me dirigía a abrir la puerta.

Cuando la abrí me sorprendí mucho al encontrarme con un largo cabello negro azulado y a una delicada muñeca de apenas un metro veinte.

Estaba tirada encima de mi caja, diseña de caoba oscura y bien refinada, con bellas pinturas de lirios blancos con detalles es colores esmeralda y azabache, dándole un estilo oscuro y algo sombrío, que yo fascinaba y amaba, aunque el agua marina por la que había pasado tantos siglos la había dañado, seguía siendo la caja que mi padre especialmente hizo para mi.
No se porque pensaba en esto, quizás el estar apunto de colapsar hiciera que mi mente vagara en cosas sin importancia, mi razonamiento se había ido al demonio, o por lo menos ya no estaba muy presente que digamos.
¿Es que acaso este seria mi fin? ¿En un lugar incierto, de espaldas sobre mi caja y con la inseguridad de que alguien me viera y se apropiara de mi? no lo podía creer, no quería terminar así. Mi espíritu de lucha permanecía presente, pero al parecer mi cuerpo se había dado por vencido y en esto no pensaba acceder en esto.
Creí oír algo, y con mi energía restante abrí mis ojos amatista, pero solo alcance a ver borroso, mis parpados cedieron y los volví a cerrar, mientras daba un suspiro dolido y cansado, esperando que pasaría.

Hikari y yo estábamos en el sofá hablando de un tema que nos llamaba la atención a ambas; Las Rozen Maiden, cuando de repente oimos un gran estruendo que provenía de exterior. Algo había chocado fuertemente contra la puerta de madera de la entrada de la casa. Yo salí disparada al pasillo, temiendo lo peor; Igual venían a robarnos, o igual habían descubierto mi existencia, quizás me había vuelvo una muñeca sin preocupaciones de ningún tipo y me había visto volar, o habían visto a Belle Aurore, igual venían a destruirme... un montón de malos pensamientos de pasaron por mi cabeza. Me quedé parada frente a la puerta, alerta.
Hikari no tardó ni dos segundos en venir al mi lado. Me miraba con esos ojos que solía poner cuando me iba a regañar... Así que yo puse mi cara de "niña buena que no ha roto un plato en su vida." Siempre funcionaba. "Vete al salón" me dijo. Sin embargo yo me quedé donde estaba, porque si fuese a pasar algo malo Hika no tenía sus espadas para protegerse, por lo que estaba vulnerable ante el peligro.
En ese preciso momento cerré los ojos y canalicé mi energía a través de los brazos, invocando así mi espada; plateada, con gemas incrustadas en su empuñadura, y bellas filigranas, con apariencia de atauriques, en su filo.

—¿Y dejarte sola ante lo que pueda pasar? Nunca.

Entonces Hikari abrió la puerta. Yo me quedé detrás de ella. Cuando abrió pareció sorprendida, así que yo me apresuré y me coloqué a su lado, y la verdad era para sorprenderse; una niña de largos cabellos negruzcos azulados. Me quedé observándola un rato y me llamó la atención que había caído sobre una maleta negra con lirios pintados.

"Es como mi maleta" Pensé. "Pero mucho más elaborada".

Entonces mis ojos se abrieron y no pude evitar sonreir, porque lo que teníamos ante nosotras no era otra cosa que una muñeca viviente, como yo y como Kanaria.

—Hikari, cógela y llévala a tu cuarto, túmbala en la cama, creo que necesita descansar.

Guardé mi espada y volví a dentro, subí las escaleras y me quedé esperando a que Hika subiera con la extraña que había caído en nuestro porche.

Trás salir de mi asombro, ya que no estoy muy acostumbrada a ver u oir cosas sobre otras muñecas que no son Shizuka, obedecí a mi muñeca y recogí con mucho cuidado a la muñeca, que aún permanecía en la puerta, con un brazo y con la mano que me quedaba libre recogí su caja, algo desastada y me dirigí a nuesra habitaión, en el piso de arriba.
Cuando llegué Shizuka me estaba esperando sentada en la cama. Deje a la recién llegada en la cama, junto a Shizuka. Me percaté de que la muñeca llevaba colgado al cuello un espejo con adornos dorados, debía de tener alguna habilidad especial.
Por lo que había leído sobre las muñeas, la gran mayoría tenían una habilidad que las diferenciaba del resto, por ejemplo Shizuka. Ella puede hacer que su espíritu artificial se meta en su peluche, Tsuki. Entonces el peluche cobra vida y adquiere todas las características de Belle Aurore, además de moverse puede incluso volar y pelearse.
También me di cuenta de que la muñeca lucía un pecioso kimono morado con vendas y con adornos de medias lunas. También llevaba una peineta dorada en el pelo. Su cabello estaba algo más sucio que el de Shizuka, el cual le cepillo siempre que ella me deja, ya que no le gusta que la toquen demasiado. Tenía también algún que otro rasguño. Deje su caja de caoba oscura con lirios a modo de decoración junto a la se Shizuka.
Estaba impaciente porque quería que se despertara cuanto antes y nos dijera su historia y como había llegado a parar en la puerta de nuestra casa.

— ¿Crees que puede ser una Rozen Maiden?.- le prenguté a Shizuka mientras observaba a la muñeca del espejo con adornos dorados.

Estaba casi inconsciente, no podía hablar o ver, pero aun podía sentir un poco y escuchar vagamente, y a juzgar por mis pensamientos, mi razonamientos seguía en pie, o eso parecía.
Sentí como me levantaban de la dura madera de mi caja y me recogían con cierta delicadeza, la necesidad de saber quién era me invadió, y más que nada, sin saber si representaba un peligro.
Lamentablemente no pude enterarme de esto, solo pude oír una puerta cerrarse y unos pasos, supongo que la cosa con la que choque era una puerta y ahora debía estar dentro de un casa.
Sabía que escondida en mí cabello estaba Yurie, ella no se había ido o separado de mi durante todo esto, pero al parecer estaba tan asustada que no había salido a dar la cara, Yurie era bastante inusual, había podía ser valiente y otras una completa cobarde, no sabía si la razón de esto, aunque quizás tuviera que ver con que estaba como una muñeca de trapo.
Al final sentí que me apoyaban en una superficie suave, quizás un futon o una cama. Donde sea que estuviera, esperaba que pudiera recuperar la movilidad pronto.

Me senté en la cama de la habitación de Hikari. Segundos después ésta apareció cargando sobre un brazo a la muñeca, y con el que le quedaba libre sugetaba la maleta, la cual apoyó al lado de la mía. Dejó caer delicadamente a la muñeca sobre la cama, a mi lado.
Hika-chan me preguntó si creía que se trataba de otra Rozen Maiden.

—No creo, no concuerda con ninguna de las descripciones que leí en los libros que traiste.

Belle Aurore seguía revoloteando nerviosamente sobre mí. Entonces se posó sobre mi hombro.

—Ah, ya veo...

Belle Aurore me dijo que la muñeca también tenía un espíritu artificial, que ella lo sentía cerca. Estaría escondido. Belle Aurore me dijo que si quería ella podía hacerle salir, pero negué con la cabeza y se quedó quieta a mi lado.
Inspeccioné detalladamente a la muñeca con la mirada. También estaba muy bien hecha, casi tanto como Kanaria; y sus ropas también se veían muy hermosas. Pero algo me llamó la atención: Se trataba de un espejo que llevaba pegado al pecho. Me dieron muchas ganas de tocarlo, pero retuve mis impulsos porque habría sido de muy mala educación. Mejor esperar a que despertara para interrogarla.

—Creo que sería mejor dejarla hasta que se despierte, ¿no? Es posible que descanse mejor si la metes en su caja, así podría recuperar antes la movilidad.

Según Shizuka no era una Rozen Maiden, por lo que tenía que ser de otro Alquimista, pero, ¿De cuál? Esta era otra pregunta más que hacerle a la muñeca cuando se despertara.
Volví a recogerla para dejarla en su caja, como me había dicho Shizuka, asi podría recuperar la movilidad cuanto antes y me senté en la cama al lado de mi muñeca. Unos segundos después me entro algo de sueño y decidí acostarme. Aunque sabía perfectamente que hoy no iba ha poder dormir, hoy me habían pasado muchas cosas. Shizuka había conocido a la segunda Rozen Maiden mientras estaba de paseo. Y ahora tenía en casa a otra muñeca que no era una Rozen Maiden y que parecía una princesa japonesa. Tenía muchas ganas de hacerle algunas preguntas, como por ejemplo cual era su nombre, o de donde viene, o quien era su padre.

— Shizuka, me voy a acostar, tengo mucho sueño.- le dije ami muñeca mientras me dirigía al armario a coger el pijama.

Cogí el primer pijama que encontré en el segundo cajón de mi armario y me fui al baño. Allí me cambié y me lavé los diente. Acto seguido me acosté y apagué la luz pensando en el día que me esperaba mañana, sábado.

''Mañana no me toca ni trabajar ni ir al colegio, asi que podré aclarar muchas cosas'' pensé para mi misma.

Como le dije, Hikari metió a la princesa japonesa en su caja, para que así ésta pudiese descansar y recuperar la movilidad cuanto antes.
Luego Hika-chan se sentó en la cama, a mí lado. Se le veía cansada, y efectivamente, dijo que se iba a ir a dormir, se levantó, cogió un pijama y se metió al baño. Yo me bajé de la cama cuidadosamente, pues estaba bastante alta comparada con mi baja estatura. Me quedé observando la caja de color caoba oscuro, decorada con delicados lirios donde supuestamente descansaba nuestra extraña invitada. En cuanto despertara había tantas preguntas que me gustaría hacerle... Aunque lo principal era preguntarle cómo había llegado hasta aquí. Luego ya habría que averiguar cosas sobre su pasado. Además a mí me gustaría saber acerca de su espejo, el que tenía colocado en el pecho.
Hika-chan salió del baño, cambiada y aseada, dispuesta a meterse en la cama para dormir. Yo coloqué mi maleta en posición horizontal y la abrí. Acto seguido me metí dentro y miré a Hikari.

—Buenas noches Hika-chan, que duermas bien.

Belle Aurore también se metió conmigo en mi caja y se acomodó dentro de mi sombrero. No tardé mucho en sumirme en un profundo sueño en el cual me encontraba, como de costumbre, sola, en mi mundo personal y secreto.

—Al día siguiente...—

Al final de la corta conversación, no tardaron mucho en terminarla y meterme nuevamente a mi caja, al sentir con mi poco sentido del tacto que me quedaba la suavidad de la tela de la parte de adentro de mi cama me alivio un poco, ya que al sentir algo que era cotidiano y hogareño para mi consolaba el hecho de estar con extraños que podían hacer de mi lo que fuera, claro hasta que me recuperara y pudiera escapar.
Esperaba que fuera cual fueran las circunstancia de mi alojo, no terminara con un loco que quiera experimentar como es que me muevo o alguna persona muy religiosa que crea que soy una muñeca de satanás y quiera quemarme. Hasta ahí pare con eso, no podía ir dejarme llevar por cosas de la que no estaba segura, al menos por ahora no me serviría de nada preocuparme.
Entre estos pensamientos no tarde mucho hasta dormirme completamente, pensando en que cual seria mi futuro, mientras una pequeña parte de mi ansiaba que al fin pudiera encontrar el hogar que tanto deseaba resguardado oculto en mi corazón como un preciado secreto.

A la mañana siguiente me desperté muy temprano, a las siete de la mañana. Dando vueltas en la cama seguía pensando que por fin Shizuka y yo podríamos averiguar algo sobre nuestra nueva inquilina. Porque se tenía que despertarse hoy... ¿verdad?
Esa misma noche soñe con el día en el que hice el contrato con mi muñeca, me preguntaba si podría hacer dos contratos, o sea ser la médium de dos muñecas. Había leído algo al respecto, pero ya que yo no sé apenas Alemán no me pude enterar demasiado bien de lo que ponía, se lo tendré que preguntar a Shizuka en cuanto se levantara.
Encendí la lámpara de mi cuarto, ya que no podía molestar a las muñecas que aún estaban metidas en sus respectivas cajas, a las que no llega la luz de la habitación. Mire a la caja de caoba oscura y después a la de Shizuka. Comparandolas llegue a la conclusión de que la caja de la princesa japonesa estaba más elaborada. Tal vez porque no tenía hermanas y su padre se dedico mucho en perfeccionar tanto a la muñeca como a sus accesorios o porque se tomaba mucho tiempo en fabricar una muñeca... Aunque lo cierto era que Shizuka tampoco tenía hermanas que yo supiera...
Entonces medite sobre lo que tenía que hacer a continuación. Abrir la caja para saber si la muñeca de anoche se había despertado o esperar a que Shizuka se levantara. Al final opte por la segunda, esperar a Shizuka, ya que si no lo hacía se podría enfadar conmigo, mientras hacía un delicioso desayuno a base de té y bollitos de los que solía hacer en la pastelería en la que trabajo. Baje a la cocina y me dispuse a hacer un desayuno para tres.

"Me encontraba en una sala enorme, con elaborados decorados a base de telas, frescos y pequeñas esculturas recorriendo las cuatro paredes. En cada pared había dos grandes ventanales, por los cuales entraban tenues rayos de luz, atravesando las insignificantes cortinas granates fabricadas de seda. En el centro de la habitación había una mesa redonda, no muy grande, y una silla, ambas de madera de cerezo. En la mesa había una flor, una rosa, y a su lado una pequeña piedra brillante; un granate. Sentada en la silla estaba yo, con una taza de té entre mis manos, dando pequeños sorbos de vez en cuando. Entonces Belle Aurore apareció.

—Sí, creo que ya es hora de despertar."

——————

Abrí los ojos lentamente. Lo cierto era que no tenía ganas de abrir la caja, pues dentro se estaba bastante bien, cómoda. Pero por otra parte quería saber sobre nuestra "invitada", y la soledad que reinaba dentro de la maleta no era algo agradable, así que decidí salir.
Cuando lo hice Hika-chan ya no estaba en la habitación, y la princesa japonesa todavía no había salido de sus sueños.
Bajé las escaleras con mi característico sigilo y llegué a la cocina, donde me sente en una silla esperando el desayuno que estaba preparando Hikari.

—Huele a bollos; seguro que la muñeca que cayó del cielo viene en cuanto lo huela, no hay quien se resista a tus bollos Hika-chan.

Cuando estaba metiendo la última bandeja de bollitos en el horno Shizuka apareció sentada a la mesa, envidiaba mucho el sigilo con el que se movía. Le dediqué una sonrisa mientras le servia el té y le daba un platito a rebosar con bollitos rellenos de dulce de leche. A continuación me senté a la mesa también y nos tomamos rápidamente y en silencio el desayuno, tenía muchas ganas de hablar con la muñeca y supongo que Shizuka también.

— ¿Has dormido bien?— pregunté rompiendo el silencio tan incomodo que se había formado.

Cuando terminamos los desayunos los dejé en el fregadero, fregaría los platos después del colegio ya que sino no me daría tiempo ha hablar con la muñeca y legar pronto al instituto.

— ¿Sabes ya si se ha despertado la otra muñeca?